Camilo Ernesto OssaColumnistas

Orgullo y prejuicio

Camilo Ernesto Ossa B. @camiloossa10  

La solidaridad es uno de los mecanismos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS- según el programa que lleva el mismo nombre, de la Organización de las Naciones Unidas –ONU-, pone en el centro del desarrollo a la persona y, por supuesto, al planeta, pero es el primero de ellos el que despierta el ánimo común de las personas para superar la pobreza y el hambre. En el Día Internacional de la Solidaridad Humana del año 2016, el Ex-Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon dijo: “[l]a solidaridad es fundamental para subsanar las deficiencias en el desarrollo sostenible. No dejar a nadie atrás y asegurar una prosperidad compartida son principios básicos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por dirigentes de todo el mundo en septiembre de 2015, y del Acuerdo de París sobre el cambio climático, aprobado en diciembre de ese mismo año”.

La cancelación del “Jamming Festival” el fin de semana en la ciudad de Ibagué, despertó un sentimiento generalizado, de iniciativa civil, de solidaridad y la obligación “natural” de nuestros “paisanos” de arropar, por un lado a los emprendedores, micro, pequeños y medianos empresarios, que le apostaron al evento como una alternativa a la generación de recursos e ingresos para la tan anhelada reactivación económica local; ¡hay que salir a comprar y ayudar a promocionar!, fue la primera consigna y, por otro lado, rescatar el nombre de Ibagué, bastante golpeado, en cuanto a la realización de eventos, desde los fallidos Juegos Nacionales del 2015. ¡Y vaya que funcionó!, no lo digo por un análisis de pérdidas o ganancias económicas generadas el fin de semana –ese será un estudio posterior-, lo digo por el sentimiento de solidaridad que brilló e iluminó –a pesar de la lluvia-, a la sociedad ibaguereña.

Vean ustedes que, sin proponérnoslo, caminamos, el fin de semana, hacia el cumplimiento de los ODS que señala la ONU –claro, a menor escala-, a través de la solidaridad, basada no solo en la asistencia y cooperación, sino en la sostenibilidad de las relaciones económicas ¿estará por ahí el desarrollo y crecimiento local? Puede ser –hay que planificarlo, proyectarlo y ponerle números- y no está demás, señalar que ese sea el camino para la recuperación en una economía basada, principalmente, en el comercio.

Ahora bien, indudablemente tendrá que venir el debate de las responsabilidades, los organizadores tendrán que responder jurídicamente en la Fiscalía y la Superintendencia de Industria y Comercio y resarcir el perjuicio ocasionado –no es solo la devolución del dinero-, es indemnizar a todos, tanto a los asistentes, como a los inversionistas y, aquí, lejos de cualquier cálculo político tendrá, también, la Alcaldía Municipal que evaluar el papel que asumió en el evento, porque el afán protagónico los llevó a participar en la difusión, promocionarlo en actos públicos e instalar el logo y la marca de la ciudad en las piezas publicitarias, esto, para el consumidor y el empresario se traduce en confianza para asistir e invertir.

Faltó seguimiento, porque, al parecer, nadie advirtió, que desde el 11 de marzo, la Superintendencia de Industria y Comercio ya había hecho requerimientos al organizador del evento por los cambios en la parrilla de programación, así como tampoco llamó la atención la ausencia de patrocinadores en un evento de esta magnitud, ante lo cual cabría preguntarse: ¿al organizador, se le exigió alguna póliza de responsabilidad civil extracontractual que cubriera esta u otra eventualidad?

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