ColumnistasNelson Germán Sánchez

Presidente no hay que confundir cambio con imposición

Óptica periodística Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

Creo que algunos medios de comunicación han titulado por estos días de manera casi unánime “la mala hora del Gobierno Petro”, para referirse al complejo panorama y la situación que vive el Ejecutivo Nacional, que en estos casi 10 meses de Gobierno ha ido de escándalo en escándalo, de desatino en desatino, que es aprovechado por algunos sectores y medios para hacer una especie de reverberación nacional.

Casi todo el mundo está concentrado en el caso de su ex jefe de gabinete Laura Sarabia, el ex embajador en Venezuela, Armando Benedetti, por las “chuzadas” al parecer ilegales que se hicieron contra la ex niñera de los hijos de ambos personajes, Marelbys Meza, y saber qué había pasado con las tulas con millones de pesos en efectivo que los dos personajes tenían guardados en en sus viviendas y desaparecieron cuando la niñera trabajaba para ellos.  Grave, porque mayoritariamente se empezó a hablar de la doble moral del gobierno en turno, en cuanto pasó de ser una víctima de las chuzadas a convertirse en uno que permite chuzar ciudadanos. Y eso que el Jefe de estado trató de dar la explicación sobre ello. 

Pero claro, a esto se agrega que según las últimas y casi todas las encuestas y sondeos, la imagen positiva y popularidad del Presidente Petro está en caída libre, tal vez producto de su excesiva beligerancia, mediatismo, inmediatismo y presencia en redes. A lo cual se suma el evidente deterioro del orden público en varias regiones del país. Nuevamente atentados con carros bomba, asesinatos de miembros de las fuerza pública, masacres a civiles, asesinatos de líderes sociales y ambientales en varias regiones colombianas.

Claro, a ello también ayudan los escándalos aún vivos en la memoria colectiva de su hijo mayor, al parecer involucrado con clanes politiqueros y mafiosos de la costa Atlántica recibiéndoles plata para la campaña presidencial pasada, denunciado por su ex pareja. Igualmente, las denuncias de supuestos negociados en el Ministerio de Salud, por parte la ex Ministra Corcho, quien también  con su empecinamiento de activista sindical no contribuyó mucho para dar trámite tranquilo a la reforma de la Salud en la opinión y en el Congreso mismo.

La otra mala es la aptitud y actitud pendenciera, arrogante y descuadernada de la Vicepresidente Francia Márquez, que cada vez que sale a hablar la embarra; quien ya desgastó su papel de “vistima” de minorías étnicas, para comportarse como una ególatra fría y distante de la gente que ejerce el poder, exactamente igual a lo que se le criticó a la Martha Lucía Ramírez la Vice de Duque. El color de piel pareciera hasta ahora, la única diferencia en el cargo.

Sin duda, la pelea que ha casado el presidente Petro con los medios de comunicación y algún sector de la prensa y la opinión tampoco le ha servido en estas primeras de cambio, pues lo han desgastado mucho. Se muestra demasiado sensible a la crítica, con mucha piel de cristal y excesivamente dispuesto a confrontar de todo y a todos, que para no dejar imponer narrativas que no son ciertas sobre su Gobierno. Entonces ¿No tiene Gobierno? ¿No cuenta con ministros, viceministros, altos consejeros, directores, asesores…? Que son quienes deberían asumir la defensa de los aciertos y explicar los desaciertos en escenarios públicos, medios, redes y la ciudadanía. ¿Olvida que ya no es líder de la oposición? Sino es quien ejerce el poder y gobierna para todos y parece que aún no aterriza en ello. 

Pero, también, el desatino de creer que se debe imponer su forma, visión y estilo; que los colombianos al elegirlo Presidente lo convirtieron en un su Virrey absolutista –igual que los anteriores- y, por tanto, pareciera creer que tiene patente de corcho para hacer su santa voluntad, sin tener en cuenta los consensos, acuerdos, puntos de unión, disensos, ceder en algunos propósitos para lograr el camino hacia el cambio prometido, pero de la mano de las otras ramas del poder público y de una ciudadanía que ya no traga entero y tiene sobrada desconfianza de todo lo que sea política y poder, no importa si es de izquierdas o derechas. 

El Presidente hizo inmersión o lo tienen metido y cegado en una burbuja virtual-digital que lo está consumiendo y empequeñeciendo, que le reduce cada día espacios de maniobra para dar mensajes asertivos y creíbles, se empieza a quedar solo hablándose así mismo, a sus huestes radicales, su fanaticada y a los grupos de interés que orbitan alrededor de su Presidencia. Muy peligroso para él y para el país, porque parece que sigue confundiendo dos acepciones muy distintas en lo político y lo social: Cambio con Imposición.    

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