ColumnistasGustavo Álvarez Gardeazábal

ALEXANDER

La proclamación de Alexander López como candidato del Polo a la presidencia de la república a más de ser una habilísima jugada política, está cargada de significaciones que deberían entender los mamertos de toda la vida, pero muy especialmente los fanáticos de la ultraderecha colombiana dirigidos decimonónicamente por el antiguo rejoneador de Subachoque.

El que pese al retiro del senador Robledo los del Polo puedan ser capaces como el ave Fénix de surgir de entre  los restos de la antigua organización de izquierda para dar muestras esenciales de que no están muertos y siguen siendo una opción de la siempre fracasada unidad babosa de los zurdos, es fundamental para entender la ambición política detrás de la jugada. Pero el hecho de haber escogido al senador Alexander López, el antiguo dueño del sindicato de Emcali, cocinado en todos los fuegos del cura Pérez, su falangismo y su catolicismo.

Pero sobre todo, que haya sido el senador que con más inteligencia se la ha jugado para defender lo que las pretendidas masas siempre esperan de un líder zurdo, es demasiado hábil para que no se le considere con interés y se le valore en su justa medida.

Sus primeras declaraciones como candidato presidencial ponen en jaque inmediato a Petro y a Romero, los otros dos precandidatos de esa pretendida unidad añorante de un Carlos Gaviria. Alexander dice que  no quiere una coalición de las izquierdas siempre mal pegada, sino una amplia unidad de fuerzas coincidentes colombianas de las que solo se excluye a la utraderecha montana del antiguo rejoneador de Subachoque.

Como tal, entonces, abre el campo para que los otros probables candidatos vallecaucanos, Dilliam, Holmes y Roy se acerquen a conversar aunque sea por paisanaje y para que los verdes descoloridos que siguen a Claudia y Jorge Iván, los alcaldes prominentes, y hasta los  quizás  inexistentes de Fajardo, Federico y Char hagan lo mismo. Lo curioso empero es que la opción de Alexander, curtido como pocos en la batalla que le ganó al cáncer y en los errores ojalá corregidos de sus remotas simpatías elenas, se crece sola no porque vaya a ganar sino porque su inteligencia es capaz de llevarlo a sentarse con los dos  expresidentes convertidos en los polos que conducen al país a la hecatombe, y eso le puede ayudar a Colombia más que nada para encontrar su solución y  desviar  el sendero hacia el  abismo al que lo están convocando.

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