ColumnistasNelson Germán Sánchez

La indignación acabó el encierro

Óptica periodística

Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

Infortunadamente los acontecimientos del país, la falta absoluta y pública de claridad en los datos de supuestos apoyos económicos a ciudadanos, empresas, comerciantes y trabajadores independientes de los gobiernos en turno tanto nacional como locales, sumado al deterioro acelerado y atroz del orden público, ha obligado a que los colombianos empiecen una desobediencia civil incontenible y sin precedentes en la historia reciente del país.

Ya nadie teme tanto al virus como a morir de hambre, seguir viendo deteriorarse sus condiciones económicas, perder el empleo, que sus deudas crezcan, mientras los bancos engordan sus ganancias bajo la mirada cómplice del Ejecutivo nacional. 

A lo cual se suma la actitud vergonzosa y ruin de un grupo sectario en el poder político que funge en funciones públicas que está asfixiando la democracia, montando una dictadura populista y spudonacionalista (acudiendo al patriotismo y riesgo castrochavista), con la toma calculada de los cargos de representación del Estado (Procuraduría, Fiscalía, Defensoría del Pueblo..), faltándole únicamente – y por ahora- algunas cortes, lo cual parece haber obligado a que la cuarentena se rompa de hecho por una ciudadanía mayoritariamente indignada. 

Mientras esto pasa, es poco menos que vil y absolutamente descarada la postura acomodaticia, silenciosa y falta de decoro frente a sus propios votantes expuesta por las mayorías del Congreso colombiano y los partidos que hacen parte de la alianza con el Gobierno Duque, pensando únicamente en no perder sus tajadas burocráticas, cuidarse las espaldas en las investigaciones ante los entes de control y no en el bien del país, la gente y sus necesidades. Son y tienen razón los señalamientos masivos de que son la horda de desocupados mejor pagos del país (30 millones de pesos al mes) en esta pandemia, mientras la mayoría pasa necesidades.

Capítulo aparte merecen las actitudes, actos de gobierno y mensajes casi infames del Gobierno frente a las últimas masacres, pues todas las plagas pueden salir en pleno día, moverse como Pedro por su casa de oriente a occidente y de norte a sur, a saber: Neoparacos (o los mismos asomando cabeza otra vez), traquetos, lavaperros, ELN, disidencias de las FARC y bandas delincuenciales que se expanden y asesinan más rápido e igual de mortales que el Covid 19. 

Mientras, el Presidente va a las zonas de las matanzas días después, no presta los recursos del Estado para que otras ramas del poder público y entidades independientes hagan su trabajo y análisis; saca acomodaticias estadísticas de supuesta disminución de asesinatos en las regiones hoy bañadas de sangre como el Pacífico colombiano, comparando lapsos inequiparables en estadística, todo como “retando” a la ciudadanía y en una especie de “burla macabra” frente a la indignación general y el dolor de los familiares de los asesinados. 

Estos y otros son motivos de sobra para que los colombianos sientan, expresen y actúen cada día más como seres que deben tomar el propio listón moral de la nación y de sus actuaciones en esta pandemia y empiecen a romperla de facto, porque ven un enanismo ético y de hechos de los mandatarios y líderes en turno.  

No se trata ni muchos menos de estimular que se rompan normas sanitarias, protocolos de bioseguridad, autocuidado o distanciamiento social, pero sí de mostrar que la realidad está superando la inercia, lentitud y falta de amor y respeto mínimo por sus conciudadanos del Gobierno nacional con sus hechos, no en sus discursos que son perfectos, lo cual pareciera se ha irradiado malsanamente en cascada sobre  algunos gobiernos en la regiones del país: Ibagué es tristemente un ejemplo claro de ello.

Lo único que queda es hacer todo lo posible desde nuestras capacidades para que este tóxico coctel molotov de creciente descontento, indignación, hastío generalizado y más pobreza por la falta de respuestas de los gobiernos, no se transforme en violencia sin control una vez más –¿o eso será lo que están esperando algunos políticos?-, ¡Ah¡ y que las FFMM y la Policía no vayan a caer el “jueguito” perverso del poder para reprimir y violentar a los colombianos. . 

Lo realmente importante

 

 

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