ColumnistasGustavo Álvarez Gardeazábal

LA SEGUNDA OLA

Y como pasó hace cien años, cuando la gripa española azotó al mundo y se llevó 50 millones de vidas apenas se asomó el frio del otoño, llegó la segunda ola a países que ya habían pagado su cuota de sacrificio como España y Francia y se recrudece en la Inglaterra de Jhonson donde no pudieron terminar con la primera tanda y ya están sufriendo las consecuencias de la segunda. Italia, curiosamente, la que más rápido se dobló durante la primera oleada de corona virus, hasta ahora ha resistido pero ha logrado, al mismo tiempo, un resultado sorprendente en política, consiguió por medio de un referéndum reducir a casi la mitad su crecido Parlamento.

En Estados Unidos nada se puede medir por la confusión que genera tener un  descuerado de presidente que no usa tapabocas, pero los muertos ya van a llegar a 200 mil y como la infección sigue caminando, nada de raro tendría que le pasara lo mismo que a los europeos. China parece ser la única que controla el virus surgido de sus entrañas. Su régimen político. Sus maneras dictatoriales de controlar la población y el manejo  total de la información permite volver verdad una mentira o hasta negar la realidad.

Nosotros, que ya nos acercamos a igualar los muertos por covid a los que se dice sepultó la avalancha de Armero, 25 mil, seguimos creyendo que a la peste nos acostumbramos, que los amigos que caen rendidos en las UCI son apenas una curva que nos da la vida, que la distancia social es pendejada y que el uso del barbijo o tapabocas es una maricada.

Casi todos parecemos creernos inmunes a ser víctimas del bicho  y el desespero por salir a parrandear en las calles de Cali o en las orillas del mar en Cartagena y Santa Marta  nos sostiene mamándole gallo a las estadísticas, usando las medicinas que no tienen el permiso del Invima y huyéndoles a las UCI porque estamos convencidos que allá no se cura sino que  se prolonga la agonía. No hemos salido de la primera ola porque nos adelantamos con un confinamiento que nos dejó muy maltrechos económicamente  y no aceptamos que se nos puede repetir porque no hemos salido de ella y, como las gallinas en su nido, nos hemos ido acostumbrado a acomodarnos y ya sea  moviéndonos o trayendo mas paja al nido o hasta jugueteando con la rila, armamos el recinto de nuestras propias incapacidades y le dejamos al destino el juego de la ruleta.

Por eso tal vez, estamos retrocediendo al 21 de noviembre del 2019 cuando no asomaba la peste pero las fórmulas de las manifestaciones y los enfrentamientos con la Policía eran y siguen siendo la herramienta de algunos para llegar al poder político, siempre tan equivocado pero siempre tan anhelado de ser poseído.

Gustavo Alvarez Gardeazábal

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