ColumnistasJuan Manuel Díaz

Un llamado a la cordura: no más violencia a las afueras de la UT

A lo largo de la historia, la Universidad del Tolima ha sido epicentro de reflexiones académicas, políticas, sociales, entre muchas otras.

Además de sus ejes misionales, su quehacer consiste en congregar todo tipo de pensamientos para la disertación argumentada y la construcción colectiva por objetivos comunes, y especialmente a beneficio de los más humildes.

En el campus de la UT se forjó el Comité Ambiental y la Marcha Carnaval, y han surgido otro tipo de ejercicios valiosos que le aportan al desarrollo social, cultural, y empresarial de la región. No haría falta nombrar los egresados destacados en toda su historia, ni los cientos de emprendimientos que se han creado en las aulas de la UT, pues pensaría que eso está claro, y no tiene nada que ver con los lunares que por momentos opacan el buen nombre de la universidad pública de los tolimenses, la cual recientemente cumplió 76 años de vida institucional.

En la actual coyuntura que vive el país, la UT como territorio de paz ha sido garante de la vida y los derechos humanos, no solo de la minga indígena que pernoctó casi 15 días en el campus, sino de todos aquellos actores que han levantado su voz de protesta, y a quienes incluso, el consultorio jurídico institucional los ha sacado de aprietos legales. El alma mater ha sido actor fundamental en conversatorios, diálogos, asambleas, y ha tenido una actitud más que consciente, especialmente con quienes decidieron suspender sus clases virtuales para ir a protestar a las calles, aunque eso implique una serie de costos a la institución no solo económicos, sino de todo tipo.

Por ello y más, es absurdo que algunos insistan en que las confrontaciones con el ESMAD en las inmediaciones del barrio Santa Helena, sigan siendo un argumento o un camino de progreso. Eso es desconocer la historia de la universidad y no querer avanzar como país, ni salir del espiral de violencia en el que estamos hace más de 60 años.

Los alrededores de la Universidad del Tolima no pueden seguir siendo el campo de batalla de unos pocos, mucho menos de algunos que ni siquiera hacen parte de la comunidad universitaria. La gente de la UT es mucho más que eso, y aquellas acciones además de generar más violencia, opacan las justas causas, y las construcciones colectivas y dialógicas como la del pasado viernes con la escultura de López de Galarza en presencia de la Secretaria de Cultura de Ibagué.

Alguno de estos personajes que promueven los famosos “tropeles” jactándose de defender una causa, ¿habrá pensado alguna vez en las madres, ancianos y niños que residen en el sector? ¿pensarán algunos de ellos en los pequeños locales comerciales que además de la pandemia les ha tocado enfrentar un paro y la violencia de lado y lado? Es momento de reflexionar sobre eso, mis queridos libertarios de bolsa de leche y escudos de lata.

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