ColumnistasGustavo Álvarez Gardeazábal

Estamos perdiendo la paciencia

CRÓNICA DE GARDEAZÁBAL # 174

Ya lo habíamos dicho en alguna nota anterior. Lo primero que se pierde en una guerra es la verdad. Y  como lo que estamos viviendo es una insurrección y ni jurídicos ni políticos ni gobernantes quieren calificarla y tratarla como tal, pero en el fondo para todo el mundo es una guerrita pequeña aunque muy amorfa, lo que primero se perdió fue la verdad. Ni siquiera en estos tiempos en donde las redes sociales han superado casi que por completo la información tradicional que ofrecían los periódicos y la radio y la televisión, quienes sacrificaban  la verdad por el capricho o  la ideología o las ambiciones económicas de los dueños de esos medios, ella se pudo salvar. Como los videos de denuncia se montan en las redes desde cualquier punto de vista y sin derecho a ningún análisis, el impacto de lo mostrado es suficiente para que la duda sobre la veracidad del inserto gane la batalla.

Lo que también sabemos, porque la historia ha tenido múltiples oportunidades de demostrarlo, es que las guerras se precipitan cuando los actores pierden la paciencia. Por eso, tal vez, los gestores y desarrolladores de estas situaciones de conflicto son casi siempre jóvenes. La paciencia no es ni característico ni siquiera parte del inventario de la juventud. Y aunque los viejos dizque gozamos de ese privilegio, también conservamos el derecho a perderla. Obviamente es por ancianos que sabemos medir el daño que conlleva perder la paciencia y, por estos días aciagos que Colombia esta viviendo, nos crece el temor de que al perderla alejaremos más la solución que nos puede redimir.

Han perdido ya la paciencia los ciudadanos inermes que no pudieron volverse a movilizar libremente. La han perdido las amas de casa que cada vez tienen que cocinar con menos alimentos  porque sus despensas están vacías. Han agotado la paciencia los comerciantes y los dueños y los choferes de  buses, camiones y taxis. Y la han perdido indudablemente los que han levantado las barricadas y los policías que tratan de desmontarlas y los gobernantes que han fracasado dictando medidas que no se cumplen o buscando diálogos humanitarios que no se respetan. Cada quien entonces se acerca a ese punto en donde el hilo se revienta  para defender lo que se tiene o no perder la opción de vida que  habían construido, y  como tal, se van a ir a las manos  hasta llevar este país al caos que creíamos era un fantasma y ahora sabemos que es una realidad hiriente.

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El Porce, mayo 13 2021

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