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Cada vez, más separados

Para el 31 de diciembre tuve la oportunidad de reencontrarme con varios de mis compañeros de mi época en el colegio, y entre tantas cosas que suceden en los espacios de reencuentro, evocando aquellos sucesos memorables de dicha época, me pude dar cuenta que la mayoría nos encontrábamos separados, algo que me causo inquietud y que hoy será el tema de este artículo.

La separación es una decisión de alto impacto, en especial cuando se encuentran hijos de por medio, y las razones en lo que he podido concebir han variado bastante, si bien en la generación previa a la nuestra, o sea la de nuestros padres, las causas más comunes eran infidelidad o maltrato, en aquella conversación de excompañeros de colegio, me fue muy común un término: tenemos diferente filosofía de vida. Y es que en la convivencia es que nos conocemos, los defectos diminutos terminan siendo un infierno en la constancia y permanencia de la pareja cuando convive, por ello, soy partidario que antes de casarse hay que convivir y conocerse en el día a día, ya que, en el ejercicio de la conquista o en la temporada de noviazgo, la persona puede caer en el error involuntario de mostrar otra faceta, otro yo, y al idealizarse esa figura mostrada, viene la decepción cuando se convive.

En Colombia, según datos de la Superintendencia de Notariado y Registro   De cada diez parejas que se casan, tres se divorcian y un porcentaje muy alto de las que se separan lo hacen en los primeros tres años, incluso muchas de ellas ya tienen un niño pequeño. A esto se añade la facilidad con la que hoy se cuenta para tramitar una separación (cuando esta tiene lugar de mutuo acuerdo), lo cual hace que la posibilidad del divorcio como una salida a los conflictos de pareja esté más a la mano. Pero si de estadísticas hablamos no somos el país en la peor situación a pesar de tener una tasa global del 9% según un estudio del Business Insider; son  los países europeos los que encabezan el ránking, siendo Bélgica el primer lugar con un 71%, seguida de Portugal con el 68%, Hungría 67%, República Checa con el 66 % y España 61%.

No existe una formula o receta infalible para superar esta realidad, y no busco establecerla en este escrito, pero si es importante que tengamos en cuenta que debemos ser muy fuertes y decididos en controlar los sentimientos de rabia, frustración o impotencia que se revelan en este tipo de situaciones, para no llegar a perder el respeto como pareja y el resultado no llegue a ser letal especialmente para los hijos, es un proceso de aprendizaje que requiere voluntad, sensibilidad e inteligencia y se puede llegar a afrontarlo positivamente cuando ambos ponen de su parte y se hacen cargo de lo que les corresponde. Entender que la relación con los hijos y la pareja no es una sola, sino que se deben desarrollar por separado y fortalecerse en escenarios distintos, nos ayuda muchísimo.

Sea la oportunidad de poder transmitirles a nuestros hijos, la siguiente generación, todos estos sucesos, sin tapujos, sin prejuicios, ni tampoco en busca de imponernos, sino más bien, como suministro de información en un tema para el cual no hay curso en la escuela, ni asignatura en el pensum universitario, ya que es un tema que corresponde solo a esa institución de formación que llamamos: Vida.

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